Saludos compañeros:
Una de los exponentes más habituales dentro de la propaganda es el de la corriente de positivismo. Vertiente mas calidad del proceso alienante, aplica la ley de Midas para convertir en oro cualquier objeto a su alcance.
Desde elevar una anécdota a los altares de norma a trazar una paralela a la realidad más conveniente, esta estrategia reposa bajo pilares endebles y volátiles. Si por ventura el equipo termina con una cantidad inusual de patrios en el tapete se alimenta la idea del orgullo nacional y automáticamente son convocadas las leyendas del pasado, en caso contrario se arrodillan ante la cartera de mercenarios y la visionaria gestión del que edifico tamaña torre de Babel.
No cabe lugar para el error en su aplicación y a base de realidades sesgadas se origina un embudo de opinión embutiendo los cerebros más débiles hacia las latitudes que marca la brújula mediática. La mayoría cae divertida en ese tobogán de colores sin deseo de saber que habrá al final del último looping.
Como añadido eficiente a esta técnica del positivismo tenemos la característica de que su aplicación puede bien ser acompañada por su contrario, de modo que el resultado se amplifica. El pesimismo es un monstruo que va royendo sin tregua la moral de quien sufre las campañas de acoso y pareciese que la tierra se abre a los pies de desgraciados sin más oportunidad que lanzarse al abismo para dejar de agonizar en vida.
Dicho esto y siendo todos consientes que no estamos más que ante el mero truco de un prestidigitador barato, sorprende y difícilmente se entiende que a día de hoy continúen teniendo éxito en sus propósitos y nosotros seres aislados poco podamos hacer para evitar que el castillo de naipes caiga
El resto de la portada es vuestra compañeros.
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